Xerografía, el proceso que revolucionó la copia de documentos

Uno de los momentos más relevantes en la historia de la tecnología y la comunicación es la invención de la xerografía. La posibilidad de copiar documentos con precisión y rapidez transformó la manera de trabajar y compartir información.

Al frente de esa revolución estuvo Chester Carlson, un hombre de mente inquieta y apariencia tranquila que perseveró hasta refinar el sistema que todavía hoy es fundamental para el mundo de la impresión.

Recientemente el Xerox Historic Archives, ubicado en el campus Webster, en Rochester, Nueva York, recuperó el guión de uno de los programas del comentarista de radio Paul Harvey, dedicado a la figura del genio detrás del genio detrás de la xerografía, donde se revelan algunos aspectos de su historia personal y cómo intentó vender su invento.

La inspiradora historia de Chet Carlson

Desde su nacimiento, Chester Carlson estuvo marcado para enfrentar obstáculos. Su padre era un migrante sueco establecido en Seattle, Estados Unidos, que padecía artritis paralizante. Además, sus padres enfermaron de tuberculosis y tuvieron que vender sus propiedades para poder viajar hacia el suroeste para sobrevivir.

Además de asistir a la escuela rural, Carlson hacia trabajos ocasionales para mantener a sus padres. Al morir su madre, el joven de 17 años también tuvo que hacerse cargo del cuidado de su padre lisiado.

En los años finales de la Gran Depresión, Chester Carlson trabajó en un departamento de patentes, ahí, rodeado de formularios e ideas ajenas, decidió instalar un laboratorio en su cocina donde tras numerosos experimentos fallidos, terminó con una caja negra como apuesta para el futuro.

Así, en su tiempo libre trabajó en un nuevo proceso que usaba electricidad estática para copiar documentos de manera rápida, sencilla y económica. A este sistema lo llamó xerografía, que proviene de las palabras griegas xeros (seco) y graphein (escribir) y lo patentó en 1937.

Xerox abre la puerta a la innovación de Carlson

El reto ahora era interesar a las grandes empresas en su invento y venderlo al mejor postor. La primera en conocer la creación de Carlson fue la Radio Corporation of America, la RCA. El inventor les envió una detallada carta describiendo su artefacto y su utilidad, pero, después de un mes, recibió una diplomática respuesta: no le veían potencial comercial.

Eso no desalentó al joven Carlson. Le demostraría a RCA su error. Pero las negativas se siguieron acumulando: IBM, Remington Brand y General Electric. Los obstáculos hicieron que Carlson recordara las épocas difíciles de su niñez.

Pero fue una pequeña empresa de Rochester, Nueva York, la que decidió arriesgarse con el invento de Carlson. Haloid Photographic Company, que más tarde se convertiría en Xerox, comercializó el proceso de fotocopiado.

Lo demás, es historia

La historia de Carlson sirve para recordarnos que incluso cuando los obstáculos parecen insuperables, con perseverancia y determinación puede crearse algo revolucionario. Es un testimonio de la importancia de seguir los instintos a pesar de las negativas. Nunca hay que subestimar el poder de la innovación y la resiliencia humana.

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